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Por qué el ejercicio cambia el cuerpo a nivel molecular

por Pablo Caño
Mujer haciendo ejercicio

Cuando nos proponemos perder esos kilos que nos sobran o estilizar nuestra figura enseguida comenzamos a realizar ejercicios físicos que nos ayuden a conseguir nuestro objetivo. Si todo lo hacemos adecuadamente pronto notamos los resultados. En poco tiempo nos sentiremos con más salud que nunca. Pero lo que no sabías es que a la vez que mejoras tu cuerpo por fuera en tu interior también se están llevando a cabo modificaciones, ya que el ejercicio físico es una técnica estupenda para fomentar los cambios moleculares. Son varios los estudios que demuestran este hecho, como este recogido por el periódico New York Times.

Practicando deporte movilizaremos nuestro cuerpo, evitaremos ciertas enfermedades y estaremos favoreciendo a mejorar las células y las funciones que desempeñan. Lo mires por donde lo mires, llevar a cabo alguna actividad que implique movimientos dinámicos nos va a beneficiar en todos los sentidos y es por ello que los expertos recomiendan hacer ejercicio diariamente. La intensidad con la que lo realicemos no es tan importante como llevar una rutina en la que se incluya el deporte como parte fundamental de nuestras vidas.

¿Qué son los cambios moleculares?

Es fácil decir que realizar ejercicio físico, de forma diaria, produce en nuestro cuerpo cambios moleculares. Pero ¿realmente conocemos en qué consisten estas modificaciones? Normalmente solemos practicar deporte o llevar a cabo algún tipo de actividad física para mantenernos en forma. Fortalecer nuestros músculos para participar en carreras u otros desafíos y perder peso son los principales objetivos que nos proponemos. Al poco tiempo de realizar ejercicios lo notamos en nuestro cuerpo, estamos más delgados y la musculatura empieza a notarse. Estos cambios son evidentes, pero también en nuestro interior se producen modificaciones que no podemos ver con tanta facilidad. Así comprobamos que las células de nuestro cuerpo se benefician de la práctica de ejercicio.

La mayoría de las células que presenta nuestro organismo son las encargadas de protegernos de todo tipo de enfermedades como el cáncer, algunas de corazón o incluso otras llevan el control de la presión arterial. De entre las muchas afecciones que existen una de las que más se relaciona con el ejercicio es la diabetes de tipo 2. ¿Por qué ocurre esto?

Siempre que llevamos a cabo alguna actividad deportiva movemos nuestro cuerpo y por tanto también lo hacen las células que se encuentran en el interior. Los movimientos que realizamos con el ejercicio favorecen los cambios moleculares. En este sentido los genes y las proteínas situadas dentro de nuestras células se vuelven más activas y realizan sus funciones de una forma más rápida y eficaz, siempre en términos positivos. Por este motivo es tan importante que realicemos ejercicio de forma diaria, ya que no solo nos va a mejorar por fuera, sino que también lo hará por dentro. La actividad física promueve los cambios moleculares y estos ayudarán a prevenir enfermedades.

Un estudio llevado a cabo por el periódico The Independent tomó como muestra a 20 personas que llevaban una vida sedentaria y se exponían a un alto riesgo de contraer diabetes. Debemos saber que la falta de ejercicio es uno de los principales factores por los que se desarrolla esta enfermedad. A todos ellos se les hizo caminar durante 45 minutos un total de tres veces a la semana. El paseo debía ser a una intensidad media-alta y la actividad tendría una duración de 8 semanas. Al finalizar este periodo los participantes analizados presentaron una reducción de las dimensiones de su cintura en 6 centímetros pero además de esta parte estética lo más importante fue que redujeron notablemente el riesgo de padecer diabetes. Con este estudio se demostró que para prevenir esta enfermedad una de las principales acciones que debemos realizar es practicar deporte.

Diabetes tipo 2

La diabetes de tipo 2 es una de las enfermedades más comunes de los últimos años. Padecer esta afección favorece a que se desarrollen otras enfermedades o molestias que en un principio no presentábamos. Sin ir más lejos, la diabetes provoca afecciones cardiovasculares, mayor presión arterial, insuficiencia renal, ceguera o incluso afecta al sistema nervioso. Al desarrollar este tipo de diabetes las células y los tejidos de nuestro organismo se inflaman y aparece lo que conocemos como hiperglucemia, lo que quiere decir que tenemos una alta cantidad de azúcar en la sangre.

Existen muchos factores clave a través de los cuales se puede desarrollar esta enfermedad de una forma más rápida, aunque los principales son la obesidad, no llevar una dieta saludable y por supuesto el sedentarismo. Por este motivo es imprescindible que hagamos ejercicio físico si queremos evitar esta enfermedad o si la padecemos ayudar a paliar sus síntomas. Sobre ello no se ha establecido una tabla específica de actividades que podemos realizar, aunque los expertos aseguran que cualquier ejercicio es bueno para prevenir la diabetes, sobre todo los de tipo aeróbico, ya sean de alta o baja intensidad. Puedes empezar caminando durante un buen tiempo y poco a poco ir aficionándote al running para mantenerte muy en forma y estar cada vez más en forma. En cualquier caso, todas las actividades que impliquen movilidad son muy recomendables.

Mejoras en el sistema inmunológico

Además de los efectos positivos que tiene el ejercicio sobre la prevención de la diabetes también se ha demostrado que practicar con frecuencia alguna actividad deportiva mejora el sistema inmunológico. Dentro de este sistema se encuentran los monocitos, células que recorren la sangre teniendo como función principal protegernos de los virus y microbios. En el momento en el cual nos encontramos bajos de defensas y estas pequeñas bacterias intentan entrar en nuestro cuerpo los monocitos se convierten en macrófagos arrasando con todos los microbios que quieren invadirnos.

Existen dos tipos de macrófagos, los M1 y los M2. Una vez que se dividen es cuando el ejercicio adquiere un mayor protagonismo. Los del primer grupo son los encargados de combatir las infecciones, mientras que los segundos se dedican a controlar la inflamación. Pero para que todo funcione correctamente debe haber un equilibrio entre los dos tipos de macrófagos. La actividad física ayuda a mantener este equilibrio, ya que el ejercicio hace que se produzcan un mayor número de proteínas, favoreciendo los cambios moleculares, manteniéndonos más sanos y además también ayuda a una mejor producción de insulina. Por tanto, con la práctica deportiva estaremos mejorando nuestro sistema inmunológico a la vez que evitaremos la diabetes.

Estos son muy buenos motivos para que cuanto antes pensemos en comenzar a practicar deporte, algo que podemos hacer optando por todo tipo de métodos, como el entrenamiento paleo que tan de moda se está poniendo.

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